lunes, 4 de diciembre de 2017

El transporte marítimo autónomo es una realidad que se acerca a pasos agigantados

Actualmente más del 90% del comercio mundial se realiza a través del transporte marítimo. Dentro de ese conjunto, se destacan 50.000 buques mercantes que transportan todo tipo de cargas entre 150 naciones y emplean a un millón de marineros de prácticamente todas las nacionalidades, según revela la Organización Marítima Internacional este año.
De acuerdo a una propia investigación que realizó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre el uso de la inteligencia artificial en el trasporte, este factor impactará en la industria marítima en poco tiempo, imponiéndose el uso de buques autónomos sin tripulación.
El mercado marítimo es uno de los más importantes a nivel mundial, donde el desarrollo de los grandes buques de carga se ha convertido en un aliado de las exportaciones de China, los países llamados “tigres asiáticos” y de la Unión Europea, los que en conjunto movilizan 800 millones de toneladas, siendo más competitivos que el transporte aéreo y menos nocivos para el ambiente que el transporte terrestre basado en combustibles fósiles.
El tamaño de los buques de carga se ha incrementado en un 1.000% entre 1970 y 2014 (Container transportation, 2016). La eslora de las naves más modernas equivale a la longitud de edificios rascacielos, verdaderas estructuras que demandan tecnologías cada vez más complejas para posibilitar una navegación segura. Desde la realidad aumentada a la inteligencia artificial, todas las tecnologías buscan aportar a las cabinas de mando del futuro. Y en esa línea, es cuestión de tiempo alcanzar la navegación autónoma, sin capitán ni tripulación.
Sin embargo, según lo mencionado a MundoMarítimo por el gerente General de la Asociación Nacional de Armadores de Chile, Ricardo Tejada, “sin duda es una tendencia la automatización de las operaciones, tanto en las maniobras portuarias como en el área de transportes. Sin embargo, la navegación 100% autónoma no sería completamente posible, porque la automatización podría ser viable para algunas áreas de manejo de los buques. Pues a pesar de que podríamos teledirigir satelitalmente una ruta, siempre debe haber un oficial a bordo, porque pueden existir imponderables como colisiones y accidentes”.
Tejada, además explica que los buques en ruta necesitan mantención y reparación, por lo tanto debe existir gente preparada para ello. “Y sobre todo tiene que haber por lo menos una persona que pueda vigilar el buen funcionamiento de la automatización del buque, por ello, llegar a tal nivel de inteligencia artificial donde no exista tripulación es poco probable”, añadió.
Además, en cuanto a los costos asociados a disminuir la tripulación, Tejada, menciona que actualmente existe un déficit de oficiales, “hay estudios que avalan este dato, asegurando que al año 2025 habrá una escasez aproximado de 70. 000 oficiales en el mundo, por lo tanto, si aminora la demanda de profesionales, sólo acortaríamos el índice del déficit. Y personalmente, como armador no me arriesgaría a ir con tripulación cero dentro de un buque por las reacciones que se deben tomar en caso de incendios, accidentes u otro tipo de siniestros”, enfatiza.
El futuro
Según plantea la información entregada por el BID, la inteligencia artificial no sólo ha sido pensada para grandes buques, sino que también para los barcos más pequeños hay planes: reducción de costos, seguridad de los bienes transportados y de las vidas humanas involucradas. Rolls-Royce, que además de automóviles produce soluciones de ingeniería para propulsión de toda clase de vehículos, investiga las posibilidades del transporte por vía marítima mediante buques autónomos, junto con otras empresas y universidades, en el marco de la iniciativa AAWA (Advanced Autonomous Waterborne Applications Initiative).
El proyecto financiado por empresas y la administración finlandesa ya cuenta con un prototipo de 65 metros de largo equipado con sensores y comandos que pueden ser operados a miles de kilómetros de distancia. La delantera, sin embargo, la tiene el Pentágono, que tras una inversión de US$120 millones exhibió a mediados de 2016 el buque experimental autónomo más grande construido hasta ahora, el “Sea Hunter”. Se trata de una nave de 40 metros de eslora equipada con radares, sonares, cámaras y sistemas de posicionamiento global, capaz de recorrer 18.520 kilómetros por sí sola en busca de submarinos y minas submarinas.
La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés), conjuntamente con la armada estadounidense, investiga la capacidad del Sea Hunter de evitar choques con otras naves, frente a la costa de San Diego. Paralelamente, Roboat es el nombre de un programa que busca desarrollar flotas autónomas para el transporte de personas y mercancías, pero también para controlar el ambiente y montar infraestructuras temporales, como puentes on-demand.
Participan de este último proyecto por casi US$28 millones, investigadores del Instituto de Ámsterdam para Soluciones Metropolitanas Avanzadas, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad Tecnológica de Delft y la Universidad de Wageningen, estas dos últimas situadas en Holanda. Durante 2017 se programaron pruebas de los primeros prototipos en los canales de Ámsterdam, con un plazo de cinco años para completar su desarrollo.
Por MundoMarítimo

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